Una obra colectiva, plural y viva
Coordinado por un equipo de cinco docentes (entre ellos, yo), el libro reúne capítulos de profesores que trabajan desde Infantil hasta Universidad. Cada experiencia práctica —con narrativa, logros y fallos— está acompañada de códigos QR para acceder directamente al material utilizado en el aula, listo para aplicar o adaptar.
Es una inversión real en la práctica educativa, porque no estamos hablando sólo de teoría, sino de herramientas vivas, probadas y compartidas. El enfoque va desde juegos de rol, narrativas interactivas, proyectos interdisciplinarios, hasta dinámicas gamificadas con impacto comunitario.
Una apuesta sin veloz por la solidaridad
Más que una obra pedagógica, es un acto de compromiso. Los ingresos del libro se destinan íntegramente a la Fundación Aladina, que ofrece apoyo integral a familias de niños con cáncer. Cada ejemplar significa ayuda, esperanza y compañía para quienes más lo necesitan. Desde el principio quisimos que el libro tuviera corazón, y que su impacto fuera más allá de las aulas.
Apoyo al aprendizaje con propósito
El libro no solo inspira docentes, también les empodera. Muestra que la innovación es viable en cualquier etapa y contexto; que la gamificación no es solo “jugar”, sino transformar el aprendizaje. Y que la solidaridad puede ser parte de la propuesta.
Además, en las aulas —tanto las mías como las de otros autores— trabajamos proyectos vinculados a valores sociales, empatía, solidaridad. Compartirlo con las familias y el alumnado nos conecta desde el sentido y abre conversaciones necesarias.
Qué ofrece el libro:
- Marco teórico sólido sobre gamificación pedagógica.
- Más de veinte experiencias reales, desde Infantil hasta Universidad.
- Proyectos concretos: desde narrativas gamificadas hasta retos tecnológicos.
- Acceso a recursos prácticos mediante códigos QR.
- Todos los beneficios destinados a un proyecto solidario.
Desde mi mirada como coordinadora
Coordinar esta obra fue un reto humano profundo. Significó alinear voces diversas, tiempos distintos, estilos muy diferentes. Y lo hicimos con respeto, diálogo y un propósito común: que ese trabajo colectivo pudiera servir de inspiración y empoderamiento para otros docentes. ¡Y vaya si lo ha logrado!
Me siento profundamente agradecida por haber podido combinar profesionalidad, creatividad, innovación y solidaridad en un mismo proyecto. Porque creo que la educación se construye desde la colaboración, y que cada gesto cuenta.
Si eres docente, comunidad o centro educativo:
Este libro es más que una guía: es una propuesta colaborativa para transformar espacios educativos con sentido, y para construir entornos más humanos y solidarios.
Descubre recursos seleccionados en Wakelet.