Multitarea no es sinónimo de caos
Ser profe hoy implica muchas capas. A veces somos docentes, otras formadores, otras creadores de contenido, dinamizadores de equipo, comunicadores… Pero si no ponemos foco, podemos acabar haciendo de todo sin disfrutar nada.
Por eso, más allá de organizarme bien, intento organizarme con propósito.
Trucos que me ayudan a no naufragar
1. Uso herramientas digitales simples, pero eficaces
- Google Calendar para visualizar mi semana con antelación. Me reservo bloques de tiempo para trabajar sin interrupciones.
- Trello o Notion para organizar ideas, proyectos, listas. Un lugar donde “vaciar la cabeza”.
- Pomodoro o Focus To-Do cuando necesito concentración total.
2. Agrupo tareas similares
Intento no saltar de una tarea a otra todo el rato. Si tengo que grabar vídeos, preparo varios en una misma sesión. Si estoy corrigiendo, reservo un bloque solo para eso. Así entro en flow y voy más rápida… y con menos desgaste mental.
3. Aprendí a decir no (o a decirlo mejor)
No todo lo que brilla hay que hacerlo. Antes decía que sí a todo y acababa saturada. Ahora, si algo no suma a mi propósito educativo o me resta equilibrio personal, lo pospongo o lo descarto. Y no pasa nada.
4. Delego (y confío)
En equipos, en compañeros, en herramientas. No necesito controlarlo todo para que salga bien. Delegar es clave para sostener el ritmo sin agotarse.
5. Me reservo espacios de desconexión real
Leer por placer. Pasear. Estar con los míos. No reviso correos por la noche ni los fines de semana (bueno… casi nunca). Porque descansar también es productividad a largo plazo.
¿Y la pasión?
La pasión no se pierde si la alimentas desde el disfrute, no desde la exigencia.
Por eso elijo los proyectos que me emocionan, me rodeo de personas que me inspiran y me recuerdo a menudo por qué hago lo que hago.
No se trata de ser una superprofe.
Se trata de ser una profe real, con muchas facetas… pero con un hilo conductor claro: educar con sentido.
Puedes ver mi trayectoria investigadora en ResearchGate.