Reconocer para actuar
El primer paso es entender qué es el acoso escolar: una situación de violencia sostenida en el tiempo, con desequilibrio de poder entre quien agrede y quien recibe. No es un conflicto puntual, no son bromas, y nunca debe relativizarse como “cosas de la edad”.
Detectar señales tempranas es clave:
- Cambios de humor o de rendimiento académico.
- Evitar ciertos espacios (patio, pasillos, transporte).
- Aislamiento o rechazo a ir al colegio.
- Lesiones, burlas o rumores recurrentes.
La responsabilidad de toda la comunidad
Prevenir y actuar frente al acoso escolar no es tarea de una sola persona:
- Docentes: debemos generar climas seguros, atentos a señales, con protocolos claros de actuación.
- Familias: escuchar, validar lo que cuentan los hijos/as y colaborar con el centro.
- Alumnado: educar en la empatía y dar herramientas para que los compañeros/as no sean cómplices silenciosos, sino aliados frente al acoso.
La prevención empieza en el aula
Trabajar desde edades tempranas en valores como el respeto, la empatía y la cooperación es fundamental. Estrategias que utilizo en mis clases, desde Educación Física hasta proyectos ABP, son:
- Dinámicas cooperativas, donde todos los miembros del grupo tienen un papel importante.
- Juegos de rol y dramatizaciones, para ponerse en el lugar del otro y comprender el impacto de las palabras y gestos.
- Gamificación inclusiva, que evita etiquetas y premia la ayuda mutua.
- Proyectos solidarios, que conectan al alumnado con realidades diversas y fomentan la sensibilidad hacia el sufrimiento ajeno.
El poder de hablar y escuchar
Romper el silencio es clave. Cuando un alumno/a se siente escuchado, acompañado y protegido, da un paso enorme hacia la superación. Y cuando toda la comunidad se une para decir “aquí no hay lugar para la violencia”, el mensaje cala.
Conclusión: educar para cuidar
El acoso escolar no desaparece solo. Necesita prevención, detección, intervención y acompañamiento. Como educadores, tenemos la enorme responsabilidad (y la oportunidad) de enseñar a nuestros estudiantes que la escuela debe ser un lugar seguro, de confianza, respeto y crecimiento.
Porque educar no es solo enseñar matemáticas o lengua: es también enseñar a convivir sin miedo y con dignidad.
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