El cuerpo como vehículo del aprendizaje
En Primaria, el cuerpo no es un añadido: es el punto de partida. Los niños y niñas aprenden a través del movimiento, del juego, de la acción. Por eso, cada vez que planteamos una sesión de EF, estamos trabajando mucho más que la coordinación o la resistencia física: estamos estimulando la atención, la memoria, la percepción espacial, el lenguaje no verbal y la capacidad de adaptación.
Movemos el cuerpo, sí. Pero también activamos el cerebro.
Emoción, motivación y autoestima en movimiento
Una clase de EF bien diseñada puede ser un espacio seguro donde el alumnado se atreva a probar, a equivocarse, a superarse. La emoción positiva que se genera en un juego cooperativo, en un circuito superado o en un reto físico alcanzado tiene un impacto directo en la motivación y la autoestima.
He visto a alumnado que en otras áreas se sentía inseguro brillar en una dinámica corporal. He visto vínculos reforzarse gracias al trabajo en equipo, y conflictos reconducirse desde el respeto y la empatía en mitad de una actividad.
Cooperación, inclusión y valores
La EF es uno de los mejores espacios para educar en valores de forma vivencial: cooperar, respetar los turnos, resolver conflictos, ayudar al otro, asumir roles diferentes. Si además introducimos elementos como la gamificación o los proyectos interdisciplinares, el impacto se multiplica.
Personalmente, diseño actividades donde la inclusión es un eje central: múltiples formas de participación, adaptaciones para todas las capacidades, y foco en el esfuerzo más que en el rendimiento. Porque el objetivo no es que todos lleguen al mismo sitio, sino que todos se sientan parte del camino.
Cuerpo y mente: una conexión imprescindible
Desde mi experiencia como maestra de Primaria y formadora, defiendo con firmeza que el cuerpo no es ajeno al aprendizaje. El alumnado necesita moverse, emocionarse, expresarse también con su cuerpo. Y si aprendemos a integrar esta mirada corporal desde todas las áreas, multiplicamos el potencial de lo que enseñamos.
Cuando hablamos de educación integral, hablamos de eso: de mirar al niño y a la niña como un todo, no solo como un cerebro que memoriza, sino como una persona que siente, se relaciona, se mueve y aprende en red.
La Educación Física no es un extra. Es una puerta privilegiada para llegar a todo lo demás.
Y en tiempos de sobreexposición digital, de aulas cada vez más exigentes y de ritmos acelerados… quizás hoy más que nunca, necesitamos volver al cuerpo para reencontrarnos con lo esencial.
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