Educar en red no es una moda, es una necesidad
Hoy sé —porque lo he vivido— que compartir lo que hacemos no es vanidad ni postureo. Es una forma de crecer, de conectar, de aprender con otros. Y sobre todo, de recordarnos que no estamos solas.
Empecé a compartir mi práctica tímidamente, casi como quien no quiere molestar. Una foto de un proyecto, una reflexión en voz alta, una idea de gamificación… Y, poco a poco, descubrí que cada vez que lo hacía, alguien respondía:
“Gracias, esto me ha inspirado.”
“¿Te importaría contarme cómo lo hiciste?”
“Yo estoy intentando algo parecido, ¿hablamos?”
Y eso fue transformador.
Aprender con otros: la comunidad como motor de cambio
Las redes no solo me han dado visibilidad, me han regalado una tribu. Personas con las que aprendo cada día, que me retan, me sostienen y me inspiran.
Desde que formo parte del Premio Internacional Espiral o que participo como formadora en cursos, congresos, entrevistas… he comprobado que cuanto más comparto, más crezco. Porque enseñar a otros también es una forma de aprender. Porque verbalizar lo que haces te obliga a repensarlo. Porque alguien siempre ve un ángulo que tú no habías visto.
Y porque cuando compartimos, dejamos de competir y empezamos a cooperar.
Rompiendo el mito del ‘docente perfecto’
Una de las cosas más sanadoras de educar en red es que te das cuenta de que nadie lo tiene todo resuelto. Que todos nos equivocamos. Que cada clase es un espacio vivo.
Compartir no es solo mostrar lo que funciona. Es también atreverte a decir:
“Esto no salió como esperaba.”
“Estoy probando algo nuevo y me da vértigo.”
“No tengo todas las respuestas, pero tengo muchas preguntas.”
Y eso humaniza. Nos acerca. Nos conecta desde la verdad.
¿Qué pasa cuando compartes tu práctica?
- Te vuelves más consciente de lo que haces y por qué lo haces.
- Accedes a nuevas ideas, miradas y recursos.
- Te sientes parte de una red de personas con tu misma pasión.
- Inspiras a otros (sí, incluso sin darte cuenta).
- Abres la puerta a colaboraciones, proyectos, alianzas…
- Y sobre todo: te reencuentras con el sentido de tu vocación.
Y si no sabes por dónde empezar…
Aquí van algunas ideas para dar el primer paso:
- Publica una imagen o vídeo de una experiencia en el aula con una pequeña reflexión.
- Escribe una entrada corta en un blog o en tus redes explicando algo que te emocionó en clase.
- Participa en una comunidad educativa como Espiral, Eduideas, #claustrovirtual…
- Comenta o pregunta a otros docentes: generar red es también escuchar.
- Y recuerda: no necesitas ser experta, solo ser auténtica.
Educar en red es educar desde la generosidad
Cuando compartimos, nos multiplicamos. Dejamos de ser pequeñas islas y nos convertimos en archipiélagos de cambio. Porque lo que haces en tu aula puede inspirar a alguien a kilómetros de distancia. Y lo que compartes hoy, puede ser justo lo que otra docente necesitaba para volver a creer en lo que hace.
Así que sí: educar en red transforma. No solo tu práctica. También tu forma de habitar esta profesión.