La voz del alumnado: protagonistas reales del aprendizaje
Cuando damos paso a metodologías activas, la reacción del alumnado no se hace esperar:
- “Ahora aprendemos haciendo cosas de verdad.”
- “Nunca me imaginé que en clase construiríamos un robot o crearíamos un videojuego.”
- “No me cuesta tanto venir a clase, porque me gusta lo que hacemos.”
Los estudiantes valoran la autonomía, la relevancia y la conexión con la vida real que les aportan este tipo de propuestas. El ABP les permite investigar, colaborar, equivocarse y avanzar con sentido. La robótica y la programación introducen el reto, la creatividad y el pensamiento computacional como herramientas para crear, no solo consumir.
La visión de las familias: curiosidad, sorpresa y confianza
Al principio, muchas familias expresan sorpresa o incluso cierto escepticismo:
“¿De verdad van a aprender lengua haciendo un proyecto?”
“¿Robótica en Primaria? ¿No es demasiado pronto?”
Pero muy pronto, sus comentarios cambian:
- “Mi hijo está motivadísimo con el proyecto.”
- “Ahora me explica lo que hace en clase, y eso antes no pasaba.”
- “Ha empezado a hablarme de cosas como sensores, algoritmos o derechos digitales, y me deja alucinada.”
- “Se siente más seguro hablando en público y trabajando en grupo.”
Lo que más valoran las familias es que ven una evolución en las competencias reales de sus hijos: mayor iniciativa, pensamiento crítico, capacidad de resolver problemas, seguridad para expresarse, y sobre todo… ganas de aprender.
Tecnologías educativas que no aíslan: conectan
La robótica y la programación no son fines en sí mismos. Son lenguajes del presente y del futuro que permiten a nuestros alumnos entender, intervenir y transformar el mundo.
Cuando se integran en proyectos globales, no sólo desarrollan habilidades técnicas, sino también éticas, creativas y comunicativas.
Un alumno de cuarto, tras presentar su feria tecnológica en el colegio, me dijo:
“Nunca pensé que podría explicar algo tan difícil a tanta gente. Me sentí como un inventor.”
Y eso es lo que buscamos: alumnos que se vean capaces, se sientan escuchados y vivan la escuela como un espacio de posibilidad.
Conclusión: escuchar, observar, ajustar
Trabajar con ABP, tecnología y metodologías activas requiere escucha constante. Las opiniones del alumnado y de las familias son un termómetro poderoso para saber si lo que estamos haciendo tiene sentido, si conecta, si impacta.
Transformar la escuela no es sólo cambiar actividades, es cambiar la mirada sobre cómo aprendemos y por qué. Y cuando las familias se sienten parte, y los alumnos se reconocen como protagonistas, sabemos que vamos por buen camino.
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