Del “jugar por jugar” al “jugar para aprender”
En los últimos años, el juego ha entrado con fuerza en las aulas. Y eso es una gran noticia. Pero con él, también ha llegado cierta confusión: ¿vale cualquier juego? ¿todo lo que motiva educa? ¿es lo mismo gamificación que ABJ?
El Aprendizaje Basado en Juegos (ABJ) no consiste solo en usar juegos para dinamizar el aula, sino en diseñar experiencias lúdicas que tengan una intención pedagógica clara, un propósito competencial definido y una evaluación consciente. Es decir, no se trata de jugar “para pasar el rato”, sino de jugar “para construir conocimiento”.
¿Qué es el ABJ y qué lo diferencia?
- No es lo mismo que gamificación. Mientras que la gamificación incorpora elementos del juego en contextos educativos (puntos, retos, niveles…), el ABJ se basa en juegos completos como experiencia central de aprendizaje.
- No todos los juegos valen. El ABJ requiere una curaduría consciente: juegos con potencial cognitivo, emocional y social, alineados con los objetivos curriculares.
- El aprendizaje no es un extra. El juego no es un envoltorio simpático para un contenido: es el contenido en sí mismo, en acción.
Lo que el juego puede (y debe) provocar
- Desarrollo del pensamiento crítico y estratégico
- Refuerzo de contenidos desde el ensayo-error sin miedo al fallo
- Entrenamiento de habilidades sociales, liderazgo y escucha activa.
- Mejora de la atención y la motivación intrínseca
- Educación emocional en entornos seguros y dinámicos
ABJ en acción: ejemplos reales
En mis clases he integrado propuestas de ABJ como:
- Juegos de mesa adaptados al currículo, como “Dobble de circuitos” o “Story Cubes narrativos” para trabajar escritura creativa.
- Diseño de juegos por parte del alumnado: tras aprender sobre energía, mis alumnos crearon un “Trivial” y lo testaron con otras clases.
- Escape Rooms y Breakouts que combinan lógica, resolución de problemas, narrativa y trabajo en equipo.
Claves para implementar ABJ con sentido
- Define el para qué: ¿qué quieres que aprendan jugando?
- Selecciona (o crea) juegos con intención: adapta si hace falta.
- Prepara antes, guía durante, reflexiona después: el juego sin metacognición se queda en entretenimiento.
- Evalúa desde dentro del juego: observación, rúbricas, autoevaluación.
- Escucha al grupo: cada clase es única, y cada dinámica puede adaptarse.
Un cambio de mirada
Educar desde el juego no es dejar de enseñar: es enseñar desde un lugar más humano, motivador y real. Porque cuando una niña resuelve un acertijo en equipo, cuando un niño reflexiona sobre qué estrategia usó para ganar, cuando se ríen mientras aprenden sin darse cuenta… ahí está el verdadero aprendizaje.
Y lo mejor: es aprendizaje que se recuerda.
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